La matriarca by Pablo Rivero

La matriarca by Pablo Rivero

autor:Pablo Rivero [Rivero, Pablo]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2024-03-14T00:00:00+00:00


21

La teniente vuelve al edificio en el que vive Felicidad. Cuando se acerca a la entrada, observa que no hay nadie fuera. Sin embargo, en el portal hay un grupo de vecinos junto al portero de la finca. También está Sandra por allí, que custodia a Noemí y a su sobrino. La sargento está al tanto de todas las novedades porque su superior la ha llamado cuando iba de camino y, en cuanto la ve llegar, se acerca a la puerta para abrirle.

Candela tiene una innegable complicidad con Mateo, pero no puede olvidar la buena relación que ha tenido desde el principio con su subordinada actual, y va siendo hora de dejar de hacer el tonto. Al fin y al cabo, Sandra tiene razón en muchos de los reproches que le espetó cuando discutieron por sus discrepancias respecto a la muerte de María: no hay que ser soberbio y pensar que uno lo sabe todo, porque te perderás nuevos enfoques que quizá sean más acertados que el tuyo. Por mucho que duela en el ego, es una afirmación cierta. Tener a la sargento a su lado no solo es mejor para ella, sino también para el caso. Y, si quieren encontrar cuanto antes a Felicidad, tienen que unir fuerzas. Los vecinos la ven entrar, expectantes, y ella es muy consciente de que la observan. Se acerca a Noemí con amabilidad, para no llamar demasiado la atención.

—¿Hay alguna novedad? ¿La han encontrado?

—No, solo quiero hacerle unas preguntas. —Candela vislumbra algo de miedo en los ojos de Noemí—. ¿Puede acompañarme un momento, por favor? —Álvaro las mira—. Usted sola.

Las dos mujeres suben las escaleras de mármol del portal, que parecen las de un castillo en comparación con las del edificio de Felicidad, y se quedan en el hall junto a los dos ascensores.

—¿Prefiere subir al piso?

—No, aquí está bien. Dígame, ¿de qué se trata?

Candela cambia el gesto. No hay tiempo para rodeos.

—¿Qué ha hecho esta mañana a la hora aproximada en la que ha desaparecido su madre?

—Pues es probable que estuviese dormida. Bueno, probable no. Seguro. Mi pareja, Carla, y yo fuimos ayer a cenar con unas amigas y después a tomar algo. Nos hemos levantado supertarde. Pero, vamos, aunque no hubiéramos salido, al final siempre soy la última en llegar porque vivo más cerca. Después de Ignacio, por supuesto. Me confío y nunca llego puntual. Justo cuando iba a salir ya de casa, me ha llamado él y he venido pitando…

—¿Ha venido andando?

—No, en metro. Es una parada.

—Tengo entendido que sus hermanos la llamaron para contarle que su madre no estaba en casa.

—Así es.

—Le dicen que su madre ha desaparecido y usted viene en metro. No me imagino recibir una noticia así y bajar a esperar el tren en el andén —dice la teniente, tajante.

Noemí acusa el cambio de tono en la conversación.

—No se tarda nada. Ya le he dicho que solo es una parada. Además, pensé que estaban exagerando y no sería tan grave.

—¿Y ayer por la tarde?

—En mi casa. No salimos hasta la noche.



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